Análisis y reflexión25/08/2025

Lo que nos enseñan los devastadores incendios

Vivimos momentos en los que todavía tenemos incendios activos en España y la Diócesis de Astorga aún sigue siendo pasto de las llamas, desde Zamora hasta Orense, pasando por León, donde hay personas que han perdido sus casas y sigue habiendo personas que han tenido que dejar sus casas por precaución y viven en la incertidumbre de lo que pasará.

Están siendo unos días en que palpamos el sufrimiento, la preocupación por la situación, pero, también, son días en los que se palpa la solidaridad y la cercanía de unos con otros, cada uno entregando su tiempo, su cariño, su trabajo, su ternura… a los que más lo necesitan.

Días en los que hemos compartido preocupación, trabajo y entrega con las distintas instituciones que, en la Diócesis, han coordinado y colaborado en la atención a todas las personas damnificadas: Ayuntamientos, Cruz Roja, Iglesia, Ejército y otras entidades locales para garantizar una respuesta inmediata.

Viví en primera persona el acompañar a los desplazados en Astorga, donde se habilitó el Seminario, el cuartel Santocildes, las residencias de mayores, el albergue de Cáritas, entre otros… Fueron momentos de improvisación donde llegaron voluntarios de Cruz Roja, de Cáritas, del albergue de los Franciscanos Conventuales, jóvenes de Pastoral Juvenil y esos otros adolescentes y jóvenes que, sin pertenecer a ninguna organización, acudieron a la llamada de emergencia. Trabajamos juntos, cada uno desde lo que mejor podía hacer, para garantizar la acogida, el alojamiento, la alimentación, el bienestar, el cariño a todas las familias que tuvieron que dejar sus casas en pueblos cercanos.

La participación de todas estas personas de forma solidaria transformó el ritmo del Seminario y el resto de los recintos habilitados para la emergencia, posibilitando cubrir las necesidades de las personas, también las necesidades primarias y la atención psicológica. No se trató solo de ofrecer un techo; fue acompañar, escuchar y ofrecer esperanza en medio de la tragedia.

Desde Cáritas Diocesana intentamos estar en contacto y a disposición del resto de los equipos y voluntarios que en las distintas Unidades Pastorales también estaban sirviendo y acompañando. En todas ellas se ha brindado apoyo, recursos, acompañamiento…

Nos quedamos con la rapidez en la respuesta dada desde los Ayuntamientos y Cruz Roja, Diócesis, etc., así como la positiva valoración de los desplazados por la calidad humana y la agilidad con la que se habilitaron espacios para salir al paso de la situación que se estaba viviendo.

La experiencia vivida demuestra que la colaboración entre el Ayuntamiento, Cruz Roja Cáritas… no solo multiplica recursos, sino que crea un entorno de confianza y eficacia que resulta vital en situaciones de emergencia.

Gracias a todas las personas que se han jugado y se siguen jugando la vida para controlar y apagar los incendios, y salvar vidas aún a costa de la propia. No podemos olvidar los tres fallecidos y los distintos heridos.

¡¡¡Gracias!!!